Muchas veces llamamos "amor" a lo que en realidad es solo una ilusión, porque estamos deslumbrados por el brillo del enamoramiento de los primeros meses. Luego, con el tiempo, descubrimos que eso que llamábamos "preocupación" es en realidad control y posesión; que aquellas muestras de cariño muchas veces están condicionadas por algún tipo de manipulación. Todo lo que hacen por ti te lo recuerdan, porque en el fondo siempre esperan algo a cambio.
Con frecuencia, todo eso que se justifica en nombre del amor no es más que una forma de ejercer control sobre el otro. Así se construyen relaciones tóxicas, basadas en la represión del más vulnerable dentro de la relación.
A mí me tomó muchos años ver la realidad de lo que me sucedía, de todo lo que permití creyendo que la otra persona me amaba y, también, por lo poco que me valoraba a mí misma.
El amor debe comenzar en nuestro propio corazón para poder reclamar ese mismo amor al universo. El respeto debe empezar por nosotros para poder exigirlo. Los límites deben ser claros en una relación. Nunca hay que ceder en todo, porque con el tiempo solo terminarás perdonando a una persona que no va a cambiar.
Y, por muy difícil que sea el momento que estés viviendo, retírate a tiempo.
Los hijos no deben ser una atadura. Las familias no deben ser una atadura. El miedo no debe ser una atadura. La opinión de los demás no debe ser una atadura. El universo siempre nos ayudará, de una u otra forma.
Todo esto lo escribo desde mi propia experiencia. Muchas veces nos toca a nosotros romper el ciclo de abuso que vivieron nuestros antepasados.
Abrazos.
M.C.V.S